La vida es un subibaja, una montaña rusa, un boleto de ida y vuelta.
I
Te espero. Sé que algún día vas a llegar y vamos a ser como dos piezas de rompecabezas que se encastran. Vamos a abrazarnos y a formar un cubo, una naranja, un triángulo si vos lo querés así. La gente nos va a mirar y va a decir "Sí, mirá qué bien que quedan. Combinan."Pero a nosotros nada nos va a importar, porque yo me voy a haber pasado años esperándote, como Penélope pero sin las agujas. Y vos te vas a haber pasado años buscándome, atravesando las llanuras y montañas de otras, esperando siempre encontrarme en otros ojos y otras bocas. Porque fuimos al principio un ser andrógino separado y destinado a buscarse.Por eso sé que cuando me encuentres, todo va a estar bien. Sé que ya vas a aparecer y es por eso que te espero.
II
Apareciste de a poco, escabulléndote entre los obstáculos que diseñé a propósito, saltando trampas y superando miedos; ganándole en la pulseada infinita a mis guardianes y tirando abajo mis murallas. Trajiste viento de mar y manos de leñador, y me regalaste sonrisas de chocolate y abrazos de mazapán.
Callado, te fuiste apropiando de mi cabeza, y lograste que no me diera cuenta de nada hasta que te encontré paseándote a tus anchas por los caminos de mi inconsciente en el convertible de la ilusión. Y eso que ni siquiera tenías registro, y menos que menos cédula azul.
Me invadiste con tus ejércitos, conquistaste mis países y te adueñaste de mi mapamundi.
¿Y qué querés que te diga si te proclamaste dueño legítimo de mis propiedades, y ganador imbatible del TEG?
Disfrutáme.
III
Como un parapentista que se arriesga y salta a pesar de saber que su equilibrio es precario, que es tan inestable como una pluma y que una mínima ráfaga de viento puede hacerlo estrellar y caer a la velocidad de la luz.Pero que sabe también fundirse con el aire, mezclarse entre los pájaros, olvidarse por un minuto de pensar y disfrutar con los sentidos alerta de la tierra en miniatura, del mundo como si fuera un Play Mobile, de las montañas, el río, los autos y la gente unidos en una mirada.Así me siento. Así quiero estar.Lo único que espero es que la caída no sea abrupta, que no me estrelle cuando ponga los pies sobre la tierra, ni me olvide de cómo volar.
IV
Tu sonrisa se expande por kilómetros y desparrama un arco iris por el mundo, levantando vuelo a mi locura y felicidad. No es una sonrisa cualquiera, porque con apenas desplegar los labios, hacés lo que millones de dólares o un día soleado no logran: que todo el mundo sonría. Que todo MI mundo sonría.
V
Soy como un ovillo de lana. Tus manos me tejen, me entrelazan, me trenzan. A veces perdés puntos, pero siempre los emparchás, haciendo que no se noten los agujeros que me vas dejando. Invariablemente compensás todo el mal que me hacés, porque no puedo no perdonarte y te dejo volver sobre la misma línea varias veces, hasta que todo sale bien. Torpe pero pacientemente vas dándome forma, tus dedos fuertes van formando nudos de mí, poniendo esmero en cada detalle que hacés, para que cuando al fin termines esta bufanda, sweater y gorro de mí, puedas usarme para abrigarte, protegerte, lucirte. ¡Qué bien que te quedo!
VI
Descubrí que hay dos tipos de fumadores: los neuróticos, obsesivos que fuman hasta que empiezan el filtro, que se lo terminan en 5 minutos y ya están prendiendo otro; y los que fuman disfrutando, se toman su tiempo, lo apagan antes de terminarlo y se aseguran que no quede prendido.Si fueras un cigarrillo, te fumaría todo.
VII
Me retorcés y me enredás a límites insospechados. Me volvés loca, me hacés dar vueltas como si fueras un samba, y por más que intente agarrarme a la baranda, no puedo evitar marearme y, eventualmente, caerme. Un día quiero blanco, al día siguiente negro. Mañana me despierto color turquesa, y vos seguís inmutable, inafectado, tan pero tan soberbio, camaleón en tu selva de mensajes.
Y estoy dejando poco a poco mi cordura, mi racionalidad y mi orgullo; abandonándolos al costado del camino, desnudándome de mis corazas, exponiéndome casi sin querer, casi sin darme cuenta.
Violeta, amarillo, multicolor. Pintarte de todos los colores de mi paleta para que no puedas camuflarte, esconderte, escaparte. Para humillarte.
VIII
A veces el castillo de cartas sobre el que estamos parados se desmorona, se cae por una mínima ráfaga de viento, y lo que parecía sólido y estable, es en verdad efímero, igual que todo lo demás.Ante esta situación, se plantea una disyuntiva: volver a armarlo, u ordenar prolijamente las cartas en un mazo y olvidarse de la fosa, del viento y de nosotros en la cima de la torre.Al menos hasta que vuelva a llover y desempolvemos de algún cajón olvidado las ganas de armar castillos en el aire, de apilar cartas pacientemente, con cuidado de que un movimiento brusco no deshaga lo que tanto trabajo costó armar.
IX
Acabo de cerrar la tranquera de este camino, le puse un candado a mi reja, definí los límites de mi campo. Arrastré conmigo toneladas de emociones en mi tractor ilusionista y recorrí hectáreas de experiencias. Me clavé espinas y pude admirar los petirrojos de la estabilidad en un glorioso día de sol.
Pero todo eso se secó con el atardecer y al despuntar la primera estrella descubrí que la maleza había crecido en los senderos que tracé con al arado de mi empeño. Descubrí que ya no puedo volver atrás y sobre todo que no siento deseos de hacerlo.
La estaca se incrustó en mis pasturas y mi hacienda perdió toda fertilidad.
Algo murió y no es precisamente el ganado. Algo murió y creo no ser yo.
Es hora de comprar un campo nuevo y empezar una vez más con la siembra. Ojalá la cosecha sea más fructífera.
X
El mundo es como una gran mesa de pool y nosotros estamos ahí, esperando inmóviles en nuestro lugar a que otra bola nos toque con su movimiento y nos impulse, nos propulse, nos obligue a cambiar nuestro rumbo y dirigirnos a otro hueco fuera de nuestros planes. Porque así es como vamos creciendo y acercándonos a nuestra meta final; gracias al roce con otros que siempre, por más mínimo que sea, cambia nuestro camino.
Y de esta manera sigue nuestro juego, golpe a golpe y paso a paso, cambiando de dirección y errándole al objetivo, hasta el momento en que un choque certero nos expulsa de la ronda y sólo queda la oscuridad. La oscuridad y la paz que duran únicamente hasta el momento en que volvemos a colocarnos en el centro y nos dejamos moldear, permeables a lo que nos rodea y propensos a ser alterados.
¿Y mientras tanto? Esperar. Esperarte.