domingo, 30 de septiembre de 2007

Dos interpretaciones de Arthur Rimbaud

Reseña publicada por JORGE LUIS BORGES en la revista "El Hogar".

Una desatinada convención de origen francés ha resuelto que en Francia no se producen hombres de genio y que esa laboriosa república se limita a organizar y a pulir las materias espirituales que importa. Por ejemplo: una buena mitad de los poetas franceses de hoy proceden de Walt Whitman; por ejemplo: el surréalisme o "sobrerrealismo" francés es una mera reedición anacrónica del expresionismo alemán.

Esa convención, como puede advertir el lector, es dos veces denigrativa: acusa de barbarie a todos los países del mundo y de esterilidad a Francia. La obra de Jean Arthur Rimbaud es una de las múltiples pruebas -quizá la más brillante- de la plenaria falsedad de lo último.

Dos industriosos libros sobre Rimbaud han salido en París. Uno (el de Daniel-Rops) "estudia" a Rimbaud desde un punto de vista católico; el otro (el de los señores Gauclére y Etiemble), desde el fastidioso punto de vista del materialismo dialéctico. Inútil agregar que al primero le importa mucho más el catolicismo que la poesía de Rimbaud, y que a los últimos les interesa menos Rimbaud que el materialismo dialéctico.

"El dilema de Rimbaud –escribe el señor Daniel-Rops –no es susceptible de explicación estética." Lo cual, para el señor Daniel-Rops, quiere decir que es susceptible de una explicación religiosa. La ensaya: el resultado es interesante pero no decisivo, ya que Rimbaud no fue un visionario (a la manera de William Blake o de Swedenborg), sino un artista en busca de experiencias que no logró. He aquí sus palabras:

Procuré inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. Creí adquirir poderes sobrenaturales… Ahora debo enterrar mi imaginación y mis recuerdos. Una bella gloria de artista y de narrador me ha sido arrebatada. Me han devuelto a la tierra. ¡A mí! A mí, que me soñé mago o ángel

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